¿Cómo llego el chocolate a España?
¿Os habéis planteado alguna vez que si Colón – u otra persona- no hubiese descubierto América no tendríamos chocolate? Sólo por conocer el “alimento de los dioses”, como decían los aztecas, ha valido la pena. El primer lugar español donde se tiene constancia de la llegada del chocolate fue en el Monasterio de Piedra, en el año 1534. Hernán Cortés envió chocolate a un monje del Císter que tenía su residencia en el monasterio maño, que lo acompañó en su viaje por México
No obstante, no fue hasta el siglo XVII cuando se abrió una ruta comercial entre el Puerto de Veracruz y España. El nuevo alimento caló pronto– a diferencia de otros como la patata- y ya a finales del siglo XVI estaba presente en la dieta muchos españoles. Al principio, el chocolate estaba considerado por los españoles como una bebida, y permaneció así hasta principios del siglo XX.
Los aztecas elaboraban una versión picante del chocolate. Lo realizaban a partir del haba del cacao, lo mezclaban y aromatizaban con hierbas, vainilla, pimienta y otras especias como la guindilla e incluso con chile. Sin embargo, los monjes maños crearon una versión más dulce añadiendo vainilla, azúcar y canela.
No obstante, el chocolate no se expandió tan deprisa por Europa como uno se imagina. De hecho, mientras para la alta sociedad española del siglo XVI se estaba creando un producto selecto y valioso, en otros países existen críticas tan peyorativas como las del italiano Girolamo Benzoni en su volumen «La Historia del Mondo Nuovo» (1565): “El chocolate parece más una bebida para cerdos que para ser consumido por la humanidad”. Así las cosas, el chocolate se extendió desde España al resto de Europa. Los países que primero lo adoptaron fueron Italia, y después Francia.
Llegó a ser tan importante el chocolate en su momento que hizo que el café se incorporase tardíamente a las costumbres europeas, en comparación con otros países. Sin lugar a dudas los españoles hemos sido unos chocolate-lovers desde siempre.
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